Parte I
Partiremos en ésta primera entrega de éste punto: ¿La sexualidad (afectividad en un sentido más amplio) de nuestros adolescentes, se convierte en un problema?, de ser así ¿es un problema para quién, para ellos o para nosotros los adultos?, y cuando el problema se materializa por medio de un embarazo ¿cómo abordamos la nueva situación?
Bien, diremos que para abordar desde el principio toda la marejada de preguntas y respuestas sobre éste tema, hace falta una actitud realmente “madura” por parte de los padres, educadores y autoridades; es un hecho que las viejas herramientas como la evasión, el silencio o la indiferencia resultan obsoletas actualmente pues, en un entorno gobernado por la comercialización de la sexualidad y la consecuente erotización de todo (hay que ponerle sensualidad hasta para vender un cepillo de dientes), guardar silencio es quedar en desventaja ante la presión de los medios y el entorno… a propósito, ¿ha escuchado con detenimiento los mensajes claros y directos que componen la música que escuchan sus hijos?. Queda claro que lo que no se les dice en casa o colegio, lo escucharan de manera distorsionada en otra parte…
Así que como dice el adagio popular, es preferible “ponernos colorados un ratico antes que verdes el resto de la vida” y empezar a afrontar con madurez y sin tapujos una realidad que los expertos de mercadeo ya manejan sin problemas: Nuestros adolescentes son seres sexuados, de carne y hueso, reales y con necesidades de satisfacer preguntas antes que deseos.
Advertencia: Éste es un asunto de equilibrio, no se trata de afrontar con crudeza ni agresividad el tema de la sexualidad, ni de ser permisivos con un leguaje vulgar o ser burdos y grotescos. Es un punto medio donde hemos de reconocer que la sexualidad no es la única ni la más importante dimensión de vida de un ser humano, pero que existe y hace parte de una vida saludable.
Entonces, una vez aclarados éstos puntos podemos abordar de manera efectiva y práctica la gran posibilidad de un adolescente sexualmente activo y eventualmente, un embarazo joven. Doña Cecilia, nuestra consultante (el nombre se ha cambiado a su solicitud), mostraba la misma reacción que muchos padres muestran ante éste tema: negaba con la cabeza y se resistía de corazón a pensar siquiera que su hija, una niña apenas unos años atrás, tenía una vida sexual activa muy a pesar de los estrictos controles que le prodigaban en casa. Es más, estaba dispuesta a apostar lo que fuera a que su niña nunca, pero nunca jamás, había tenido la más mínima idea sobre sexo o cualquiera de los temas relacionados. Tristemente para ésta madre, la engañada era ella, y no tanto por su hija, quien inició su vida sexual a escondidas, llena de temores y verdades a medias, sino por ella misma ya que al negarse a ésta posibilidad, quedó ciega ante la realidad… y pensó que todo estaba bien. Ahora, con los resultados de los exámenes de Laboratorio en una mano y una bolita de pañuelos empapados en lágrimas en la otra, doña Ceci enfrenta el arduo camino de prepararse para ser abuela. Es entonces donde entra el Psicólogo y el trabajo que juntos, con mucho esfuerzo y dedicación habrán de adelantar para reorganizar la familia y continuar adelante.
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